Aquí os dejo mi pregón de Semana Santa de 2011 para la PS Arte&Vida, espero que os guste a los que lo leéis o escucháis por primera vez, y que os traiga buenos recuerdos a los demás. (Perdonad la sangría del texto, pero es un copia y pega como ustedes entenderéis, si lo queréis contactad conmino y os lo paso).
PREGON
DE SEMANA SANTA ARTE&VIDA 2011
Laureano
Parrilla
Te conocí
pronto, el sol lucia un 22 de Junio, cuando a media mañana mis ojos pudieron
verte por primera vez. No sabía que ya había nacido enamorado de ti, y que tu
nombre marcaria a fuego por siempre mi vida; pero tu si lo sabías, que tenias
otro esclavo de tus calles, que poseías a alguien más que quería defenderte
hasta lo más infinito, y que se moría por ser de ti.
Y pasaron
los años, y si tu cada vez eras más grande y bonita para mis ojos, yo más
pequeño aunque creciera a tu lado me sentía; amé, amo y amaré todo lo que te rodea,
mientras cada primavera tu me brindabas ese clima templado y ese olor a azahar,
que hacía que mi alma se entregara cada vez más a ti, y no sé cómo, porque te
pertenecía entera desde el primer día, Sevilla.
En una de
estas, mientras yo pensaba en ti, contando ya con unos vente y pocos años, me
tope con gente de alma gemela, eran estudiantes, que igual que yo, te amaban desde lo más irracional. En un
principio creo que pude sentir celos, pero más tarde lo comprendí, tu grandeza
la hace que todo el que te pertenece está enamorado de ti de por vida.
Dicho y
hecho, decidimos entre todos que teníamos que honrarte juntos, y que por ello
daríamos nuestro tiempo, nuestro arte y nuestra vida.
Estimado
presidente, junta directiva, cofrades, amigos todos, bienvenidos al III pregón
de la pasión según Sevilla de Arte&Vida.
Permíteme
que lo primero que te diga es “maña”, y lo tengo que decir yo mismo, ole, maña,
haces mi pregón más grande con la presentación de un trianero de pro.
Sabes que
nunca te digo “maña”, pero como hoy has empezado con el izquierdo por delante,
como empezaba tu abuelo, costalero de la O, y gran cofrade del que heredaste
este legado, déjame que te lo diga por este ratito.
Maña,
siempre de frente, que hoy venimos desde el centro, con un trianero en las
trabajaderas, eso sí, gracias por dar tu toque
alegre y sencillo a esta chicota.
Y porque tu
estas aquí conmigo al palo para ayudarme con el bendito peso de esta
canastilla, te voy a ofrecer la primera, a ti, a tu familia, y a tu barrio, ese
del que siempre me hablas y del que nunca te olvidas.
Por eso déjame vecina mía que hoy te
escriba, a este pregonero que cuando
pasa por el puente suspira mirando hacia la otra orilla,
Permíteme decirle a tus encantos que
me siento extranjero en tus calles toreras y de sangre artista, y a la vez
siento el dulce acogimiento que tus hijos me brindan.
Permíteme que me deleite cuando el
Cristo de la muerte betis calle mira
cuando sale de calle castilla;
Cuando desde la maestranza te observo y pienso
que no sería plaza sin ti, sería distinta;
Cuando paseo por altozano, la cava o pureza, y
pienso en Cristo, por la el peso de la cruz jorobao, viernes santo y
canastilla;
Que aunque mil hermandades presuman
de ti y lleven tu nombre de por vida;
Triana antigua es de la O, y cada
viernes santo de morao, es cuando Triana va de verdad a Sevilla.
Y LA
SANGRE
Vuelvo a
verte por primavera; vuelvo a verte y lo hago como si el tiempo se hubiese
detenido por siempre, y cada año floreciera el azahar de ese naranjo infinito
de la misma manera, cada pétalo situado en la misma rama, con ese olor eterno a
jazmín y dama de noche floreciente el cual hace que parezca inmortal cada
momento de cada rincón de tus calles.
Y vuelves a
la calle, y yo que vuelvo a verte, vuelvo a verte juzgado por Pilatos, cargando
la cruz del revés en un profundo silencio, o teniendo la más infinita de las
humildades y paciencias, la cual te concede ese amor de pelicano desangrado
para darle a sus crías infinito alimento desde tu plaza, la del Salvador de los
hermanos de Pasión, desde donde bien temprano y el primero apareces montado en borriquita
y acompañado de palmas y jóvenes cofrades. Te veo crucificado con la mas
infinita sed seguido por tu barrio, que es el cerro, tiro de línea, san pablo o
Nervión.
La sangre,
tu sangre, que corre por cada calle de Sevilla a tu paso, ya sea provocada por
una espina de tu corona, de tu espalda castigada a latigazos, o de cada clavo
al que te condenaron; sangre carmesí de Cachorro crucificado que suspira mirando
al cielo a su padre, en la cruz abandonado. Mil leyendas se cuentan sobre El, y
es que dicen que se dirige al cielo rezando por sus hijos para pedirle a su
padre poder pasear con ellos por castilla, cruzar el puente, llevar su pasión a
donde vaya, porque si algo es el cachorro, es la pasión según Sevilla.
Yo vuelvo a
verte, y como pregonero tengo la obligación de nombrarte, porque tú eres el que
nos mueves, que por nosotros te has entregado, pero vuelvo a verte esta vez
vestido de gitano enamorado, de ese pueblo que te canta y te grita, llamando
Manuel al señor de los cristianos.
Rojo sangre,
con la última gota, en la que a su caída al suelo de tu mano una rosa roja ha brotado, cuando mis hermanos
de San Andrés te rinden culto, camino del sepulcro en tu traslado, túnicas
negras al son de una campana, que me recuerdan a mi juventud cuando San Martin
se fundía con Santa Andrés, para mostrar dos barcos juntos que quitaban hasta
al más ateo el habla.
¿Y cuándo vas señor cautivo?, ¿eso no
es sangre y templanza?, que pareces un nazareno más, que desde el tiro línea
vienes a cantar a Sevilla tus alabanzas,
Tan humilde y tan sencillo que tu
grandeza la hace el moverse de tu túnica cuando tus costaleros te levantan,
Que cada sombra en la pared donde te reflejas
hace que los sordos oigan, los ciegos vean y este mundo de guerra se llene de
esperanza,
Que cuando te hechas a la calle y tu
barrio te sigue vuelvo a creer en ti, y en que todo lo puede, el que parece que
anda.
O te veo
azotado en mil columnas, dulce nombre, señor de las aguas, sentado en tu
humilde trono en san esteban, o juzgado en la calzada, besado y después
abofeteado, en el Rocío de Sevilla, con cirineo ayudándote en tu martirio con
San Roque por Puño rostro, o en paz cuando la cruz que portaras te levantan;
que te vuelvo a ver señor, y sales a la calle para que el pueblo vuelva a tener
fe y esperanza, que no se si eres del patrocinio, de san Martin, de san Andrés
o de san Gonzalo, solo sé que vuelvo a verte, y eres Dios, el que por Sevilla
anda.
Pero a quien
vuelvo a verte es a ti, no me atrevo a pronunciar tu nombre, ni a mirar tu
cara, solo puedo decir que eres el señor de los pies descalzos y la túnica
morada…
Solo pies descalzos y
túnica morada, porque te mire una vez y me miraste, y desde entonces es
distinta mi mirada;
porque conozco a los
que tienen fe en ti, y a los que por ti sus pies también descalzan, porque
cuando entro en san Martín también te rezo a ti, aunque san Lorenzo sea tu
plaza;
porque hueles a jazmín, a incienso y macarena
coronada, tu sabes a carmesí, a Sevilla y a esperanza; me suenas en silencio a
dulces canciones por mil abuelas cantadas, te palpo en el ambiente y te veo, tu
silueta es tierna y varonil , como mil abuelos que cuentan historias de tus
andanzas;
Cinco sentidos son pocos para expresar la carne
de gallina cuando de tus manos intento levantar, aunque sea solo un poco mi
mirada; para volverte a ver la cara y pronunciar tu nombre, para morir ante ti,
para que tu Gran Poder llene mi vida de esperanza, porque vuelvo a verte a ti señor
de Sevilla, y vuelvo a nacer cada semana santa.
MADRE ESPERANZA
Si no viene
marcado este pregón por nombrar a cada una de las hermandades, por lo cual me
disculpo ante los ofendidos, este capítulo me va a traer más problemas, bendito
problema, cuando en Sevilla se habla de esperanza.
Madre nada mas que hay una, gran dicho popular, y por supuesto,
para cada uno la suya es la mejor.
Sevilla,
como no, tenía que ser especial, y cada sevillano tiene dos madres, aparte de
nuestra madre en la tierra, tenemos la madre celestial. Ciudad mariana y
defensora a capa y espada a la divina concepción de nuestro señor. Pero es que,
aparte de ser especiales en ello, tenemos hasta nuestra propia idea de madre
eterna, y eso, como todo en Sevilla, va por barrios.
Las
esperanzas, divino problema, dos
esperanzas, ni en mil sueños de patio sevillano y corralón, de puente trianero
y altozano, pudieron imaginar que Sevilla fuera testigo de las dos esperanzas,
señoras con las que se para el tiempo en eternas chicotas, mientras música
celestial inunda nuestros oídos al azote de los flecos del palio en los varales.
Esperanzas, ni el pétalo flor cuando
nace, tiene el sueño de terminar su vida un viernes por la mañana rozando su
rostro o en su palio, mientras en san gil o santa Ana alaban los sevillanos y
trianeros a su madre que vuelve a casa.
Ni la gota de cera se atreve siquiera soñar
que se consumirá alumbrando su rosto en la negra madrugada…….
Esperanza, ni la voz del capataz al salir se lo cree,
que a su orden va al cielo, a reunirse con su hijo gracias al trabajo de los
valientes que al cielo la levantan.
“Una vez en la vida se pudo ver, una
nublada madrugada,
Dicen que provoco la lluvia el de
Nazaret, para que las dos juntas estuvieran, en el gran templo reguardadas,
Se miraron a los ojos, se fundieron
sus miradas, se reflejaban en el aire,
las palabras esa noche no podían decían nada,
Dicen que la sangre se congelo, y que
fue y volvió al paraíso aquellos que en las trabajaderas las levantaban,
Que Cristo esa madrugada en vez de
morir resucito, y que el Giraldillo se movió, fue persona en vez de estatua,
Que las piedras de la catedral se convirtieron
en azúcar y que por las columnas fluyo el agua,
Que lázaro volvió a ver, y que Pilatos
esta vez, no lavo sus manos con la jarra,
Ese año no hubo cruz, ni latigazo, ni
corona de espinas, ni lanzada,
Ese año existió luz, y el mundo por
ese minuto quedo en calma, cuando pudo ver juntas Sevilla por fin, a sus madres
esperanzas”
Claro que
usted y yo señora, tenemos una deuda pendiente, no se malinterprete la palabra,
más bien la deuda es mía, tú que todo lo puedes, y yo que solo puedo ofrecerte
este pregón y mi humilde alma.
Sé señora,
que el favor que yo le pido, ya lo ha ido cumpliendo con el paso de los años, y
es que antes de para quien le pido este, existieron muchas otras a las que
protegiste y amparaste bajo tu manto, Madre de la Victoria, madre Cigarrera.
Creo que vi
una lágrima más en tu rostro, cuando por causas del destino tus hijas
predilectas tuvieron que abandonar su puesto de trabajo, y viste como una
sevillana tradición milenaria en forma de oficio dio al traste; pero también
trate de ver un esbozo de sonrisa cuando leíste en la mente de cada una la
promesa de nunca olvidarte, esa fue la Victoria de las cigarreras sevillanas,
que manera más grande de morir luchando, que digo morir, si solo muere el que
se olvida; vosotras y vuestra señora
jamás quedareis borradas de la mente de Sevilla.
Yo solo te pido madre de todos que a
la mía le sigas dando primaveras,
Que no te olvides, que sigues viviendo en
ellas, que cada jueves santo luzcas el broche con tu nombre regalado por tus hijas
que te veneran,
Y que le recuerdes al mundo, que esta es tu
ciudad, en la que cada año tus trabajadoras siervas te esperan,
Que si Sevilla presume de algo, es de ciudad mariana
y de madre Cigarrera.
VIDA E ILUSIÓN en Sevilla
¿Qué puede
ser la vida y la ilusión en semana santa, si lo que celebramos es la muerte de
Cristo?
Parece
contradictorio que aquí en Sevilla haya gente que espere durante todo el año
para celebrar el martirio de nuestro señor con ilusión, aquel castigo que
sufrió en vida.
La ilusión
que se respira en cada bar cofrade, en cada casa hermandad, el carácter que a
todos nos cambia, cuando huele a incienso y azahar…. Eso es lo que hace que la
ciudad se llene de vida, que la gente no se quede en sus casas, que salga a las
calles, que ya hace bueno y sol, y que ha florecido el naranjo.
Ilusión es
que los cofrades empiecen a hablar de
las novedades, de los estrenos, de sacar la papeleta, de almidonar la túnica de
nazareno, a poner en el coche la marcha preferida, que si pasas por un parque y están ensayando,
no quieres que se ponga el semáforo en verde, porque prefieres seguir
escuchando; Es curioso, esos día no te pitan si tardas un poquito más en
arrancar, y es que a los sevillanos, nos late en vez del corazón, un tambor al
son de una corneta.
Bonito y
especial, la ilusión de salir por primera vez en tu vida, igual de mágico que
si sabes que va a ser la última vez que acompañas a la hermandad cuando te cortas
la coleta, y también la magia de salir
otro año por la puerta de tu templo, al que horas después volverás.
Vida, llenas
de vida, demasiadas llenas de vida, las famosas bullas, atascos en las calles y
plazas, algo que nos hizo internacionales aquel año de exposición, ¿le gusta a
alguien más un jaleo, una bulla o esperar una cola que a un sevillano?, no, no
es que sea eso, es que podemos esperar, que en Sevilla por cuaresma todos somos
hermanos.
Vida e
ilusión los niños en las calles con sus bolas de ceras y pidiendo caramelos; y
como no todos arreglados con nuestro mejor fondo de armario, no es que nos
guste ir guapos, es que estamos celebrando, y aquí vestimos para la ocasión, en
semana santa hay que lucir galas, pues vamos a ver a nuestro señor, y como dijo
un pregonero, no vamos a ir como de a diario, que esta semana vamos, a la
gloria sevillanos.
“y es que se me olvida lo más importante
Del por qué la semana santa es vida e
ilusión,
Es que aunque sea lo último lo llevamos
por delante,
Que
nosotros celebramos que resucito
nuestro señor.
Mayores y pequeños esperamos impaciente,
A Sevilla engalanada,
cada calle y cada balcón,
Que Sevilla en primavera se convierte,
En ciudad de arte, vida y resurrección.”
LONGINO
Dicen que
Sevilla se convierte en Jerusalén en cuaresma, pero para algunos es la Roma
antigua y prospera la que vuelve a conquistarnos, a nadie le extraña ver en
madrugada a una centuria romana acompañando a poncio Pilatos, o insignias con
el SPQR por nuestras calles cualquiera de los días en los que celebramos la
pasión de Cristo rey.
Y es que
concebir la semana santa sevillana sin roma y sus romanos, sin Pilatos y su
esposa, es prácticamente imposible, tanto que el pueblo recuerda a las cofradías más que por sus titulares,
por sus inconfundibles centuriones.
San Benito
en la calzada, presentación al pueblo, acompañado de romano, la leyenda del peso de los caballos el jueves
soleado, cerro, armao macareno, trianero
a caballo paso, prendimiento, bófeta, soldados anónimos, todos romanos.
Cuentan que
Julio no quería mancharse las manos de sangre, que se las lavo, cuanto
significado, lavarse las manos por el salvador del mundo, lavarse las manos por
el dolor ajeno, porque si Jesus fue concebido a imagen y semejanza del hombre,
era a un hombre en ese momento al que juzgaban; y el gesto no deja de ser
lavarse las manos ante el dolor de un hombre, mirar para otro lado, quitarse el
peso de la mente, no querer estar implicado.
Curioso, que
tras varios milenios pocas cosas han
cambiando, crisis económicas, guerras, desastres naturales, y seguimos
lavándonos las manos. Eso sí, que no caigan las piedras en nuestro tejado,
nosotros no queremos que pase, pero si pasa que no sea nuestra culpa…. eso es
lavarse las manos.
Sinceramente
pienso que la semana santa, mas allá de ser un acto religioso, es también época
de reflexión, examen de conciencia y intento de mejora personal. Ese gesto de
lavarse las manos, que pequeñito fue ese instante, pero cuanto nos ha marcado.
Si la semana
que viene vuelve Roma a Sevilla, Jesus, al que juzgan, es cada persona que
sufre en cualquier parte del mundo, ya sea Japón actualmente, la eterna África
abandonada, o gente que tenemos más cerca de lo que creemos; y Pilatos es todo aquel que mira indiferente
el dolor con la mente limpia por sus impolutas manos.
Cofrades,
amigos, asistentes. Claro que este pregón tiene una parte de reflexión también,
como cualquier estación de penitencia o rezo en silencio en el cual estamos
solos ante Jesus.
Me gustaría que cuando termine y lo comentéis,
en la calle, en casa o vuestros trabajos, más que os quedéis sin fluyeron bien
mis palabras, penséis en erradicar un poquito ese gesto, y que todo el año
seamos mejores personas, manchándonos un poquito, y no lavándonos las manos.
Y volviendo
a la roma antigua, muchos son los que procesionan, mas como dije antes, todos
son anónimos soldados…
“Pero hay uno que tiene nombre, es
Longino que va armado,
Espada corta en la cintura, afilada lanza en
su mano,
A Maria Cleofas mira, con gesto
fruncido y enojado,
Las tres marías le lloran, y de dolor maldicen al romano,
Ese que llaman Longino, al que jesus ha
traspasado”.
Los benjamines cofrades, no entienden
de hermandad, algunos ni siquiera saben el nombre de su titular
Ellos quieren ser romanos, a caballo montar,
vestir sus armaduras, sus espadas empuñar.
Es la niñez de alguno, lo que quiero recordar,
quien no ha visto una hermandad de roma, y a ella se ha querido apuntar,
Que le pregunten a Triana, al postigo
o arenal, que serían sin su romano, que paso podrían dar;
Cuando Triana anda a caballo, cuando es arte y
solea, que en pureza hay cuadra el viernes santo y no cochera,
porque sigue a un romano que a
lomos de caballo va.
LANZADA
Que puedo
decirte hoy que nunca te haya dicho mi mirada, que palabra puede definir ese
éxtasis infinito cuando contemplo este misterio de jesus crucificado, sangre y
agua; ¿Qué me queda después de ti?, si me siento tan pequeño cuando andas, que
mi antifaz carmesí alguna vez escondió una lagrima.
Cada
miércoles me huele a ti, me vuelve a
vestir mi abuelo y siento esa añoranza, cada año vive en mí, ese momentito en
que me abrazas, si subo al cielo a por ti para que vengas y me pongas la
medalla, con las manos de mi padre, con su padre en nuestras almas.
Nunca
olvidare ese momento, por eso creo que la semana santa es algo más que pasión
de Cristo, son historias entre nosotros y gente que vive anclada en nuestra
memoria. Andaba un miércoles santo, y como era tradicional mi abuelo me
colocaba el cíngulo y la capa; tenia visita, una pareja amiga de edad avanzada
a los que hace tiempo que no veían, ya que vivían en Madrid aunque eran de
nuestra tierra; ese hombre me miraba de una manera que yo no podía entender,
era una mezcla de la más sanas de las envidias y ganas de estar en mi lugar, ya que sus
décadas y su estado físico, no le permitían esos trotes. Cuando llego la hora y
descalce mis pies para marcharme se levanto del sofá, me abrazo mientras
lloraba y me pidió algo, “hazlo por mi hermano”.
Esa estación de penitencia estuvo marcada por
mi pensamiento en aquel amigo de mi abuelo, y en sus palabras y lagrimas, las
cuales en principio no entendí muy bien, como un señor tan mayor podía llamarme
hermano y se emocionaba tanto por aquel gesto, si apenas me conocía de ese día
y alguna que otra vez de la que no me acuerdo porque sería yo muy pequeño.
Cuando
llegue a mi casa después de la estación de penitencia, que como no, ese año fue
para él y la siguiente para mi abuelo, porque dio la casualidad que fue la
última en la que me vistió, gesto que
jamás olvidare en mi vida, creo que pude entenderlo….
“Y es que cada cofrade de Sevilla
está de por vida marcado,
En mi caso siempre sentiré la lanza y
a Cristo crucificado,
Otros quizá carguen con la cruz,
otros estén de manos atados,
Llevamos ese veneno que nunca hemos
olvidado,
Y cuando no podamos caminar, y veamos a otros
vestir, pediremos a Dios tener fuerza para ser nazareno hermano
Para poder volver a deleitarnos por Sevilla, al caminar de pies descalzos,
Porque cada miércoles me acuerdo de ti, eterno
abuelo y hermano, y la túnica y capa vuelve a significar el mejor de tus abrazos”
Quizá,
aunque lo dudo por la calidad cofrade de los asistentes, algunos no hayáis
observado el misterio del que os hablo cuando camina por la calle, espero poder
definirlo con mis palabras:
Avanza el misterio dorado por la
cuesta conocida como la del bacalao, parece imposible que ante la muchedumbre
se haga paso, imponente Longino a caballo, el cual parece con la inclinación
que le brinda la calle, que está en el mismísimo Gólgota cabalgando a lomos de
un bello animal marrón de crin negra con mirada perdida; y las tres marías piden explicación al romano por su cobarde acto,
el gesto lleno de rabia de Longino le cuenta que cumple ordenes, que mato a un
hombre cualquiera.
La virgen de guía es consolada por su
nuevo hijo juan, y arriba, arriba Cristo que está en sus últimos momentos como
hombre para convertirse en Dios para perdonar tal afrenta.
Ahora sí que esto es Jerusalén, la
muchedumbre desde abajo observa, como poco a poco, paso a paso, la chicota a la
esquina de la calle de Placentines llega, donde jesus sube la cuesta como hombre,
donde su transformación a dios llegara desde la trabajadera.
Los valientes al son de la corneta la
esquina superan, el pueblo te admira, nunca vio tal belleza, y poco a poco se
da cuenta que condenaron al hijo que dios en el paraíso espera, cuando se
escucha un vámonos de frente, y un aplauso de la nada suena.
“Que el
pueblo que te condeno se arrodilla de nuevo ante ti y ante tu belleza,
y es que en placentines, al señor de la alameda, Sevilla con un aplauso,
al que traspasaron le reza;
y ya en tu barrio, las dos columnas de la
plaza se quedan pequeña ante tu presencia, el barrio se rinde ante ti, se
pierden las miradas;
Vuelve a dar la luz en tu rosto, señor por
siempre de alameda, Cristo de la Lanzada;
Y es que esta es tu plaza señora del
buen fin; no es de hiniesta, de macarena
ni de centuria armada
Por mucha historia que se cuente, la alameda
solo espera a la señora de san Martín y
a Longino con su lanza”
.
El ARTE
Claro que
hablar de cofradía es hablar de arte, arte de Cristo en la cruz, arte de armao
y mantilla, arte de resurrección y virgen, arte del que tras la muerte llego a
la vida.
No sé, o más
bien, no se sabe, el porqué aquí nació el duende, solo se sabe que lo tenemos y
nos corre por las venas, quizá no nos damos cuenta día a día, cosa que el
“extranjero” de fuera de nuestro territorio aprecia, y queda encantado con
nuestra forma de ser y ver la vida.
Cuantas
veces lo hemos visto, foráneos sorprendidos de aglomeraciones de sevillanos en
la calle, cual vecinos de toda la vida, juntos y conversando en cualquier
plaza; es complicado en una de las ciudades más importantes de España. Tan
sorprendido quedan que sacan fotografías de estos actos sociales improvisados,
pero más sorprendidos quedamos nosotros cuando los vemos con sus cámaras, pues
consideramos “lo normal”, estar juntos y charlar con a quien apenas conoces,
eso es arte, eso es hermandad.
Porque que
no es una hermandad si no una congregación de perfectos desconocidos, en la
mayoría de los casos, que se echan juntos a la calle y se llaman hermanos; eso
es hacer arte, eso es hacer semana santa, eso es hacer pasión, eso es Sevilla.
Y es que como he dicho antes, el arte
es algo común de Sevilla, donde la gente no tiene palabras que repite, no tiene
las denominadas coletillas,
Aquí solo decimos ole, cuando miramos como dobla la esquina el palio o la dorada
canastilla.
El arte es que aquí cuando va llegando
la primavera, se empiezan a ensayar
marchas, y con costal e incienso a Cristo
se espera.
El arte en Sevilla lo tiene aquel de
Triana, que sea cual sea la época del año se le ocurre una rima, de su señor de
Santa Ana.
El arte lo tiene los que cuando se
reúnen para ir algún lugar, cantan la
misma marcha siempre, celebrando que ese día va a ser especial. Da igual la
fecha del año, da igual el destino, con el izquierdo por delante, empezamos el camino.
Arte es saber, que año tras año
cuando va llegando febrero, aquí se van
sacando las llaves, para cantar el campanillero.
Aquí no se da la mala envidia, aquí
lo que nos gusta es de fardar, siempre con mucho arte, que es mejor nuestra
hermandad. Eso es arte y sevillania, no es que seamos exagerados, es que nuestro Cristo
es tan bonito, que es difícil expresarlo.
Nos gusta hablar de nuestras cosas, y
aunque nos den las tantas de la mañana, podemos pasar discutiendo, si anda
mejor el centro o Triana. Si Sevilla termina en el muro, si es Triana de la ciudad, si nos gusta el andar
serio del centro, o toreo de Pureza al caminar.
Aquí a las personas ni se sacan
parecidos a famosos actuales ni nada, aquí tienen más arte, y si a alguien te
pareces, es a un romano de la calzada.
Eso es arte y tradición, eso es
sevillania, y es que hay que tener solera y vivirla de por vida, para resumir
tradición cofrade, para defender a mi Sevilla, para sentirte sevillano cual
albero, túnica y mantilla;
Que no hay algo mas sevillano que
cuando vas por la calle, alguien te pare y te
diga, yo a ti te conozco, tus eres buen cofrade, y de la peña de Arte y Vida.
SEVILLA
No podía
hacer este pregón, como cofrade de intramuros que soy, más que de forma
estructurada y pensando que una parte
llevase a la otra para finalizar en un conjunto. La S de sangre, E de esperanza, V de vida e I de ilusión, doble L de Longino y lanzada, y A de arte, solo se
pueden entrecruzar en mi mente para formar el más bonito de los nombres….
SEVILLA, la que dicen será Jerusalén del
nuevo mundo, un año más, en los próximos días;
Y ahora es
cuando el tiempo quiero que sea eterno, que por humilde que sea un pregón, no
todo el mundo tiene este inmenso privilegio, pregonar a Sevilla, ojala que se
pare el reloj en este instante, puesto que yo dentro de unos minutos me voy,
pero mis palabras aquí se quedan para siempre contigo eterna Sevilla, porque
paso a la historia, las historia de la semana santa y de sus pregoneros, que es
también la historia de muchos otros que esta ciudad construyeron….
Griegos,
Fenicios, Tartesios, Cartaginenses, Romanos, Árabes, y Cristianos, hasta
nuestros días, vivieron las maravillas de nuestra ciudad, pero nunca nadie
hasta el día de hoy hizo constar de la conquista de Sevilla; y es que Sevilla
nunca fue conquistada, fueron los foráneos que vinieron a nuestra tierra los
que decidieron querer ser tan Sevillanos,
que hasta el señor y su madre se quedaron con nosotros, le hicimos de su casa cada barrio, y un gran
templo donde una vez cada año encontrarse, no dudaron, y quisieron serlo, Sevillanos de Sevilla.
¿Y qué es ser
sevillano?, ser sevillano es algo más que un adjetivo calificativo, dícese ser el
gentilicio de la ciudad de Sevilla; no, un sevillano es alguien que con su
ciudad despierta, para seguir soñando con los ojos abiertos, y aunque pasen los
años, seguir admirando su belleza, siglos de tradición que cada año por
cuaresma aquí se heredan.
¿Qué cómo se
quedo a vivir en señor en San Lorenzo y su madre en San Gil? Cuentan que unas
antiguas hermanas sevillanas, más allá del principio de los tiempos cofrades,
rezaron al señor y a su madre por su ciudad, la cual la cortaba un rio,
formando una maravillosa isla que era herencia de una de las hermanas.
Como no, el
señor y su madre vinieron a verlas, Triana y Sevilla, Sevilla y Triana, que así
se llamaban las hermanas. Acogieron a los padres celestiales con lo mejor que
podían ofrecerles de la ciudad, y por supuesto con regalos que no se compraban
con dinero, porque eran humildes, aunque muy bellas las dos.
A la madre
celestial la coronaron con una moña de jazmines, perfumaron su templo con
flores de naranjo, y como era primavera decidieron que fuera bajo palio, para
que el sol por la mañana no la molestara, y por si le sorprendía alguna
tormenta de abril.
Al señor le
ayudaron con su cruz, le ofrecieron miles de melodías para cuándo caminaba, que
el denomino marchas, lo coronaron de lirios morados y sus heridas curaron
con agua del rio, infinita Caridad del
Guadalquivir, que con la sal de una marea alta de Sanlúcar hizo que sus heridas
cicatrizaran, y que nunca jamás volviera a sentir el clavo, si no el tacto
delicado que siente un nazareno descalzo cuando pisa un pétalo de flor a su
paso por Sevilla.
Quedaron
sorprendidos, en otras partes de mundo le habían ofrecido tesoros, manjares,
alabanzas, pero nunca con cosa tan humilde y al alcance de todos quedaron tan
maravillados, se sintieron tan reyes y
agasajados. Pidieron a las hermanas Sevilla y Triana el quedarse aquí con ellas
para toda la vida, a cambio de ofrecerles algo también inmaterial, y que nunca
se pudiera pagar con el dinero; fue un
carácter especial, una forma de ser y entender a vida, les ofrecieron a estas hermanas y sus hijos el tener
carácter sevillano….
Y desde
entonces, y por los siglos de los siglos….
Un sevillano es alguien que no vende
su ganado, si no que de su feria hace una fiesta, para llenar sus pies de
albero, para vestir su casa por una semana de lona a rayas y silla de enea.
Un sevillano da la cara, es
torero como curro, chicuelo, o espartero,
y
con su capote torea, encomendándose a su virgen que paciente le espera.
Un sevillano no tiene amigos con los
que comparte fe, tiene hermanos que le respetan, tiene gente alrededor que está
siempre con él, aun cuando la mala suerte aprieta.
Un penitente sevillano nunca va
descalzo, dice que con sus pies reza, paseando por sus calles, orgulloso hasta
la meta, de llevar su cirio agotado, hasta su santa madre iglesia.
Un sevillano no es de Sevilla; es de
Triana, el cerro o la macarena, junta
todos sus barrios en uno, y hace grande esa mezcla, que hasta el sol castiga a
las nubes 300 días al año, para poder
volver cada mañana a verla.
Y es que amigos míos, un sevillano no
es sevillano solo por la gracia de dios, porque aquí el señor tiene nombre, barrio y va sobre trabajadera, porque Sevillano se es por la gracia de los que aquí llamamos por su nombre y
apellido; Jesus del Gran Poder y Esperanza Macarena.
HE DICHO
Sevilla, abril de 2011